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Por Carlos Santamaría Ochoa
No cabe duda que cuando las modas llegan, afectan para bien o para mal, y en materia de investigación, han proliferado en el mundo entero criterios que afectan la calidad de la misma, en aras de obtener mayor cantidad y un criterio que, a juicio de quienes se dedican a hacer la investigación y crear recurso en ese sentido, ha afectado sobremanera los resultados.
Durante el Foro sobre publicaciones científicas que se lleva a cabo en el marco del Congreso Internacional de la Asociación Española de Investigación de la Comunicación, donde participan ponentes de ese país y de Iberoamérica se puso de manifiesto que quienes son creadores de la ciencia no coinciden con los criterios oficiales.
Una queja generalizara es en el sentido de que organismos oficiales como departamentos de investigación de las universidades y del gobierno –entre ellos, el Conacyt de México- han exigido publicaciones en inglés, siendo que las que se especializa en ciencias sociales se encuentran muy por debajo de los rankings deseados.
Además, se exige que tengan factores de impacto de acuerdo a empresas norteamericanas que, a juicio de los investigadores, se han dedicado a hacer de la investigación un jugoso negocio. Se pronunciaron por la necesidad de establecer otros criterios.
Hoy en día, no se aceptan resúmenes ni participaciones en congresos: únicamente quieren establecer como válidos los artículos en revistas con índice Isiweb, indexadas, con factor de impacto y más, es decir, que no puede uno publicar en cualquier revista. Asimismo, deben publicarse libros en editoriales reconocidas, descalificando las universitarias entre muchas otras. Por otra parte, no quieren validar los trabajos de congreso, lo que convierte a éstos en obsoletos y se corre el riesgo de que desaparezcan estos foros mundiales donde acudimos los que investigamos a promover nuestros trabajos, a discutirlos, y a alimentarnos de los de otros investigadores como nosotros.
Nos están cortando las alas, dicho sea en otras palabras, ante la complacencia de los que dirigen estos departamentos.
Dicen de Brasil, Colombia, México y España que se requiere “dar un paso atrás”, y permitir que se publique en nuestro idioma y en las revistas de prestigio de antaño, ya que, las de ciencias sociales no son prioritarias para los organismos calificadores, mucho menos en español, siendo que la de mejor ranking se encuentra en el sitio muy por debajo del 150: muy bajo, bastante bajo.
La queja es que tienen mejor calificación los trabajos indexados que los libros; tres artículos valen más que un libro, y los jóvenes investigadores ya no leen libros, y se concretan a citar a sus profesores que tienen artículos indexados, convirtiendo la investigación en una especie de club donde “tu me citas y yo te cito”, y los amigos apoyan únicamente a los amigos, en detrimento de la investigación.
“Se crean mafias”, dijo una de las mejores investigadores de habla hispana en comunicación, porque publican como coautores a sus esposos o amigos o parientes, y se convierte en un club de auto-elogios.
Para darnos cuenta: el 1.1 por ciento de los artículos indexados son de habla hispana.
De 2 mil 731 revistas indexadas, el 0.97 por ciento es en español, el 25 por ciento en francés, y el resto, en inglés. Se considera que la presión del inglés es un aspecto bastante negativo, y la derrota asumida ante el idioma asume una pobreza de nuestro idioma, el que se hizo un llamado a defender en las universidades y centros de investigación.
“Estamos llegando a un nivel realmente patético, donde la calidad no importa, sino la producción continuista de la investigación”, dijo una investigadora de la UNAM, quien se pronunció porque el investigador deje de pagar por publicar, y se destinen más recursos a este importante rubro.
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