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“Jugar a Pokémon vuelve a ser guay” dice Cooksey Hunter III, un afroamericano de 28 años que se pasea por el monumento a los caídos de la Segunda Guerra Mundial sin despegar la mirada de su teléfono móvil. “Esta hora es mi pausa para la comida, pero prefiero pasear por aquí y cazar todos los (Pokémon) que pueda”, comenta Hunter. Con gotas de sudor cayendo por su frente, Hunter se aleja a paso lento, parándose cada pocos metros para capturar otra presa, en dirección al Washington Monument, el gigantesco obelisco erigido en honor al primer presidente de Estados Unidos. Aunque es uno de los principales símbolos de la ciudad, tampoco merece la atención de los fanáticos del nuevo juego de realidad aumentada.
Un poco más lejos, cuatro estudiantes han llegado paseando hasta el Mall y permanecen sentados a la sombra de un árbol en este caluroso y húmedo día en Washington. Sus ojos tampoco se despegan de sus teléfonos, todos ellos concentrados en la captura de un Pokémon. Solo intercambian alguna que otra palabra para comentar cuántos puntos llevan acumulados.
Jorge, sentado en un banco, ha sustituido el libro por el teléfono. “Hoy no trabajo, suelo venir aquí para leer”, dice aunque, rápidamente, admite: “Desde hace dos, días solo juego a Pokémon Go”. “Creo que este juego tiene muchas ventajas, le sirve a uno para escapar de la realidad y volver a la infancia, que en realidad es lo único que todos queremos”, comenta este cubano-americano que se acaba mudar desde Florida. “Además, es un juego social, te obliga a moverte de tu casa”, afirma mientras señala a todos los demás jugadores que están paseándose por la zona.
No todos están tan convencidos de las bondades de este juego. A las localidades que albergan Pokémon en los sitios más inesperados, el juego ya ha dado bastantes problemas. En Washington, el museo del Holocausto ha pedido a sus visitantes que no vengan a cazar Pokémon ahí. Trabajadores del lugar se han quejado de lo que consideran una falta de respeto a lo que homenajea el museo. En el Cementerio Nacional de Arlington, donde se encuentran enterrados miles de militares y figuras de relevancia nacional como el expresidente John F. Kennedy, también hay Pokémon. Veteranos que trabajan en las instalaciones opinan que es ofensivo que estas figuras virtuales se encuentren en un lugar tan solemne.